EL EVANGELIO DE HOY,
PARA HOY
(07-12-2020)
San Lucas 5,17-26.
Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús.
Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús.
Al ver su fe, Jesús le dijo: «Hombre, tus pecados te son perdonados».
Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: «¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?».
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: «¿Qué es lo que están pensando?¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o "Levántate y camina"? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados –dijo al paralítico– yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa».
Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios.
Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: «Hoy hemos visto cosas maravillosas». Palabra del Señor.
Muchos cristianos se ilusionan con las demostraciones de milagros y curaciones. Pareciera que el dolor es tan grande que se confía ciegamente en una intervención mágica de Dios que ayude a cambiar ciertas situaciones, en especial las enfermedades.
Estas personas muchas veces son motivadas y estimuladas por líderes inescrupulosos que utilizan los sentimientos del pueblo y los llevan hacia una religiosidad desencarnada, espiritualista y aislada de la realidad.
Se favorece de esta manera una religiosidad del milagro fácil, inmediato, y destinado a una salvación individual. Algunos textos como el de este día pueden sugerir tales interpretaciones.
Sin embargo, Jesús se presentó como alguien que venía a su pueblo para liberar desde el plan de salvación de Dios, que quiere la felicidad y la libertad del pueblo, y de cada individuo en particular.
Las promesas de Dios también apuntan hacia una era en la cual los ciegos verán, los sordos oirán, los paralíticos saltarán, etc. Pero no se trata de comprender la profecía hacia un cumplimiento literal, desde una lectura fundamentalista.
Esperamos una era de liberación, eso incluye la necesidad de la existencia de los milagros, milagros que son signos de una realidad más amplia, más general, más totalizante.
La creencia de que los milagros están a la orden del día, o más bien, hasta tienen día y hora (hay grupos que anuncian que en sus reuniones de tal día y tal hora "se ven milagros y prodigios"), provocan desidia del compromiso con la realidad y alimentan una religiosidad individualista.
Para Jesús milagros y prodigios son la esperanza de que los esclavizados canten la alegría de la liberación de su cautiverio, la esperanza de un cambio de cualquier tipo de mal (enfermedades, opresiones, pecado), en definitiva, la esperanza de un cambio de situación popular, es decir, para todos.
Necesitamos alimentar la espiritualidad y religiosidad nuestra y de nuestro pueblo desde el convencimiento de que es posible el milagro de la comunidad, de la salvación comunitaria, de la liberación de todos, de la fuerza que tiene la comunidad para salir de la enfermedad, de la parálisis o de la ceguera ante las necesidades del resto, o de la mudez en la predicación, o de la sordera ante los reclamos de los pobres.
Esperamos, sin duda este milagro mucho más que los milagros individuales y fanáticos. Esperamos la alegría de una comunidad liberada y sanada.

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