Víctor, Maestro de Catequistas
Recuerdo que, en su primera clase, hizo una presentación general de la
materia: La Teología Pastoral, y nos dijo que comenzaría, con la Pastoral del
Anuncio. Acto seguido, nos brindó una exposición general brillante de la
Encíclica Evangelii Nuntiandi.
Empecé a escucharlo con gusto y el gusto devino en admiración por la
sabiduría que traslucía la concatenación de temas referidos a la
evangelización, pero lo que mas me atrapó, fue el entusiasmo y la pasión que
ponía en sus palabras al hablarnos.
Creo que allí, nació el gusto de escucharlo, porque entendí que era un tipo
para prestarle atención y aprender. Podía ser que en algunos temas yo no
tuviera, una adhesión total, pero valoré siempre que sus planteos y sus puntos
de vista ensanchaban el pensar mas profundo; siempre con la invitación a pensar
juntos y a compartirlo.
Recuerdo que cuando ingresé al Seminario Mayor yo ya tenía bien encendida y
en alto la llama del gusto por la evangelización y la catequesis, pero en
Víctor encontré alguien que supo mantener viva esa llama. Y la hizo crecer y
arder bien fuerte.
Uno habla y testimonia de lo que ha “visto y oído” por eso en esta
semblanza, voy a compartir vivencias con el Padre Víctor Acha catequeta y
catequista.
Conozco muy bien otros aspectos de su vida y de su pensamiento, que otros
podrán y deberán profundizar: su compromiso con los más pobres, la radicalidad
de su postura antiimperialista, su militancia en el Grupo Angelelli y su opción
por la Teología de la Liberación, su defensa de la democracia, y de los espacios
con ideas plurales, su filón de artista plástico y hasta de muy buen
cocinero…todo esto también fue Víctor que entendió muy bien y lo supo sembrar
“con ocasión o sin ella” como consecuencia de haber asumido muy en serio el
Evangelio y de éste el Misterio de la Encarnación que nos pone al Señor de la
Historia “ a la mano”.
Pero a Víctor catequeta y catequista, creo que la Arquidiócesis de Córdoba
y el país le deben muchísimo por que fue un sembrador de principios, de ideas,
de tareas nuevas en el devenir de la formación de catequistas y en el
acompañamiento de metodologías nuevas que renovaron y revitalizaron la siembra
del Evangelio en el corazón de los catequistas, de las comunidades y sobre todo
en los padres de la Catequesis Familiar que aceptaron este desafío como una
forma nueva de presentar el Evangelio.
En este sentido fue un buscador incansable y el ejercicio de su pensamiento
plural lo llevó a relacionarse y estrechar vínculos con otros que en el país y
fuera de él seguían pensando la catequesis.
Pienso en su relación con el Padre Frans De Vos, con el Padre Francisquito
Van der Boch, con la Hermana Beatriz Casielo, con el Padre Pedro Oeyen, con el
Padre Armando Yacuzzi y tantos otros de nuestra Argentina que luego de haber
vivido la primavera del Concilio Vaticano II, se animaron a seguir pensando,
escribiendo, enseñando, publicando y generando siempre espacios deformación y
encuentros para el pensamiento compartido.
Los Encuentros Nacionales de Directores (ENADIR), las Jornadas por Áreas
Pastorales, los Congresos de Catequesis…
Hubo años que organizar o participar en estas reuniones, significaron poner
la vida en peligro, porque el país vivía en la dictadura de la sospecha.
No puedo dejar de hacer memoria de la joya catequística que significó
“Juntos para una Evangelización Permanente” que le dio vida nueva e impulsos
renovados a la catequesis luego que pasara la primavera conciliar y entráramos
también en la comunidad eclesial en un tiempo de gélido invierno que aletarga e
inmoviliza.
Viajero incansable yendo y viniendo para dar clases, para reuniones en el
Seminario de Catequesis y en la Junta de Catequesis. Víctor siempre en camino
desde su querida Carlos Paz hasta donde lo convocaban los catequistas. Amor y
confianza en el trabajo de los laicos, a los cuales soñaba bien formados para
dar un testimonio adulto de su fe y compromiso.
Fue él quien posibilitó, organizó y condujo la experiencia que muchos
laicos, sacerdotes y religiosas nos formáramos en un espacio de ciencia y
pastoral que es el ISCA. Gestión suya cuando fue director del Instituto, de
socializarlo y hacerlo funcionar en las Regiones del país. Quienes nos hemos
formado en el ISCA, le debemos a Víctor semejante esfuerzo en hacer posible
algo que antes solo podían hacer algunos pocos y solo en Buenos Aires.
Desde 1997 al finalizar el ISCA, Víctor me convocó para ser miembro de la
Junta Arquidiocesana de Catequesis de Córdoba y ese espacio me posibilitó
seguir pensando con él y con los miembros de junta de manera creativa la
catequesis sobre todo en los muchos Seminarios de formación que florecieron en
ese tiempo.
Puedo decir con toda verdad que crecí a su lado, que como Junta nos fuimos
entusiasmando para servir mas y mejor en aras de la evangelización y de la catequesis.
Allá por el inicio de 1999, Víctor fue nombrado por la Conferencia
Episcopal Argentina, como director nacional de catequesis y fue allí cuando él
me propuso ante el Arzobispo que quedara como director de la Junta de Córdoba.
Recuerdo que le pedimos que a pesar de ir a vivir a Buenos Aires no dejara de
participar en nuestra Junta y de este modo muchos jueves hacía el esfuerzo de
viajar antes para estar con nosotros en las reuniones.
Víctor un hombre apasionado siempre por lo que pensaba, hacía y proponía;
Víctor siempre en camino, en movimiento.
Animador nato supo acompañar a quienes caminaban y alentar y sostener a
quienes les costaba mantener el paso.
Y fue así, de camino en uno de sus tantos viajes donde encontró finalmente
el camino que lo condujo a su Pascua eterna para hacer fiesta, celebración y
memoria con muchos otros amigos con los que compartió la pasión por la vida, la
amistad y el compromiso por el Evangelio.
Padre Francisco Bisio

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