15 octubre 2020

Editorial - 5Ta Entrega

 

Nos encontramos nuevamente en esta experiencia que hemos llamado Buenas y Santas. Y como lo hemos venido haciendo en las anteriores ediciones, traemos para ofrecerles una bolsa llena de proyectos, ilusiones, pasiones y reflexiones. Intentamos presentarles hechos y personas, sucesos y enseñanzas que nos iluminen en este camino que es la vida. Caminar, que como siempre sucede, es mejor no hacerlo solos, ya que la compañía, en este caso la comunidad que formamos nos alienta y nos guían por nuevas experiencias.

                En esta oportunidad les presentamos la nota exclusiva realizada a Norha Restrepo, vocera del Programa Alimentario Mundial, organización a quien se le ha otorgado el Premio Nobel de la Paz 2020. Además, iniciamos una serie de notas acerca de la encíclica Fratelli Tutti, del Papa Francisco, publicada el 4 de octubre pasado y que pensamos será un hito en el Magisterio de la Iglesia, conformando un conjunto con la Laudato Sí, por lo que hemos pensado en ir desgranándola al correr de las ediciones, en busca de posiciones diversas en su lectura. También hemos preparado un informe especial sobre los diáconos permanentes, estos servidores de los hermanos que tan poco conocemos y que hemos querido destacar, todo en el mismo contexto del estar al lado del otro, como prójimo inmediato.

                Tiempos duros de esta pandemia estamos viviendo. Parece que en nuestra Argentina hemos llegado a un “pico” que se extiende en el tiempo y por lo tanto en el peligro para la vida de los que la sufren. Es por ello época de solidaridades y acompañares, de hermandades y amores distanciados en lo físico, pero cercanos en el espíritu. La cura de la enfermedad exige una cosa sobre todo: comunidad! Comunidad acompañando solidariamente a los que deben estar aislados, comunidad de apoyo a las familias, sostén y aliento a los que por sus funciones y profesiones enfrentan clínicamente al virus, a todos los miembros de los servicios de salud. En estos días recordaba a San Brochero que tanto supo de enfermedades, que acompañó a tantos enfermos y pensaba que debíamos dar gracias a Dios por el milagro que está obrando para curarnos. En el milagro de los médicos y enfermeros, los ambulancistas y personal de los hospitales que trabajan sin descanso para cuidarnos y tantas veces también se contagian y hasta mueren. Mártires de un esfuerzo comunitario realizado a favor de todos. ¡A ellos muchas gracias!

                Y a todos los que nos acompañan en este recorrido, no podemos más que decirles Buenas y Santas, como siempre y que los días por venir sean de mayor esperanza y felicidad.

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