La Angelita.
Fuente: La Nación -7 de
agosto de 2020 - Leandro Vesco
LA ANGELITA.- "La
higiene musulmana es uno de los mejores antídotos contra el coronavirus",
afirma Muhammad Abdul Karim, Sheij (sacerdote) de 36 años desde La Angelita, un pueblo a 300 kilómetros de la Ciudad de Buenos
Aires, en el Partido de General Arenales, donde la mitad de los
270 habitantes son musulmanes (descendientes de sirios). Completamente
integrados, se rigen por los preceptos del Islam, tienen un nombre criollo,
pero se reconocen en la comunidad por su nombre árabe. "Debemos rezar cinco veces al día (orientándose a La Meca) y
siempre debemos lavarnos las manos", sostiene.
"Nosotros no
compartimos el mate, por considerarlo antihigiénico", afirma el Sheij,
quien fuera de La Angelita es conocido como Alejandro Kerim Abbas. Cada cual
usa una bombilla individual, en tiempos de pandemia los practicantes del Islam son pioneros en medidas de
prevención. "Todos hablamos y escribimos árabe y sufrimos mucho la
cuarentena, nuestras ceremonias las hacemos por redes sociales", afirma
Yamile Salomón (40 años), referente de la comunidad.
La Angelita es un pueblo pintoresco y detenido en el tiempo, que
se rige con ceremonias y leyes propias, a un costado de la solitaria ruta 45.
En la entrada una plazoleta dedicada al Sheij Saleh al-Ali, que luchó contra la
ocupación francesa en la República Árabe Siria, advierte que el bagaje cultural
es profundo. La fe árabe se vive con mucha intensidad. "Traemos a nuestros
hijos, nosotros tenemos el deber de defender a nuestra gente", reconoce
Muhammad, quien se formó en madrasas (escuelas) islámicas en Argentina y
profundizó sus estudios en ciencias y ley islámicas (la sharia) en Siria. La
imagen del líder sirio es un símbolo de la resistencia y preservación de la
identidad musulmana.
Localidad rural
Hay pocos servicios en el pueblo, muy poca señal telefónica y el
agua es de pozo,. Es la típica localidad rural bonaerense donde la vida
continúa con las señales propias de los días anteriores a la aparición de la
pandemia: niños paseando en bicicletas, adolescentes en grupos hablando,
despreocupados. Un puñado de casas bajas, calles de tierra y la bandera Siria
que convive con la Argentina. El pueblo más cercano es Ascensión, a 15
kilómetros. El silencio en las calles de la Angelita es un estado de gracia que
convoca a la contemplación.
Sus vecinos se saludan diciendo "marhaban" (hola),
"salamu 'alaikum" (que la paz sea con vosotros), los jóvenes además
de ir escuela tradicional, tienen dos veces por semana clases de idioma y
religión. "Para nosotros es muy importante porque es nuestra identidad y
debemos trasladarla a través de las generaciones", dice Laial Sahyra
Abraham de 15 años. "La mayor dificultad es que en árabe escribimos de
izquierda a derecha", agrega. Los libros comienzan al revés que los
occidentales. "Nuestro comienzo es el fin de los libros normales",
completa.
El silencio en las
calles de la Angelita es un estado de gracia que convoca a la contemplación
"Tenemos amigos por Instagram de Siria, chateamos en
árabe", cuenta Widad Mohamad, de 18. Para practicar y asimilar la cultura,
tienen configurado el Whatsapp en árabe. Oyen grupos de pop árabes y casi todos
han ido a Siria. No son cerrados, tienen amigos cristianos, fuera de la
colectividad. "Nos respetan y saben cómo son nuestras ceremonias y
horarios", afirma Karim Brahim (15 años). "No podemos comer cerdo, ni
ningún animal impuro para el Islam, conejo por ejemplo", cuenta Yamile.
Cordero, pollo, pescado (cualquiera con escamas) y vaca son las carnes
aceptadas. Nada de alcohol. En las picadas, muy usuales en la vida rural, sólo
pueden comer matambre de pollo y vaca. Mortadela, salame y jamón crudo, están
vedados.
Grupo de Whatsapp
La Angelita tiene un grupo de Whatsapp muy activo: cada familia
musulmana debe tener un integrante dentro de él. "Nos contenemos, y nos
pasamos las salawat (rezos)", confirma el Sheij. "Las redes sociales
son fundamentales para nosotros en cuarentena", expresa. La vida islámica
es comunitaria, los rezos se hacen en grupo, las celebraciones y los eventos
del culto, que no son pocos, necesitan del contacto con el otro. "Los
primeros días de la cuarentena fueron muy duros, porque no sólo no podíamos
rezar juntos, tampoco darnos abrazos, ni besos", sostiene Muhammad.
No hay mezquita en el pueblo, pero si un espacio consagrado a la
práctica del Islam que está ubicado en la Sociedad Árabe La Angelita. Punto de
encuentro por excelencia de la comunidad musulmana, desde el 20 de marzo está
cerrado. Aquí está Al-Mihrab, que es un nicho semicircular de adoración que
está orientado a La Kaaba en La Meca. Sin poder asistir por las medidas de
prevención por el Covid-19, cada casa se ha convertido en el espacio de rezo.
"Todos los días por YouTube seguimos las salawat de distintos
sheij del país", afirma Muhammad. Las ceremonias árabes están presentes en
cada pequeña actividad en el pueblo. "Bismi Ilahi al-Rahmani al-Rahim (En
el nombre de Alláh, el Clemente, el Misericordioso)", afirma cada vez que
termina alguna oración o menciona a Mahoma (aquí, Muhammad). Las salawat
obligatorias son cinco, pero también se pueden hacer algunas más, llamadas
meritorias. "La salat del alba (fayr), a las 6.30 AM; la salat del
mediodía (zuhr), a las 13; la salat de la tarde ('asr), a las 15; la salat del
ocaso (magrib) a las 18.30 y la salat de la noche ('ishá), a las 21.30"
Los rezos se hacen a través de diferentes posturas. Las mujeres
deben hacerlo con hiyab (velo sobre la cabeza) "La postura inicial es la
de quiam (estar parado), qunút (la imploración), ruku´ (la inclinación) y
suyyud (la prosternación), al taslim es la salutación final", explica
Muhammad. "Los vecinos del pueblo ya saben nuestros horarios", agrega
Yamile.
"Una de los momentos más tristes fue pasar Ramadán en
cuarentena", recuerda Yamile. Desde el 22 de abril al 22 de mayo, toda la
comunidad vivió en la soledad de sus casas el mes de ayuno, cuando siempre se
hacía en comunidad. Se trata de unos de los momentos más esperados del mundo
árabe. Durante un mes desde que sale la luna creciente hasta el ocaso (desde el
amanecer hasta el atardecer) no está permito tomar ninguna bebida, ni comida,
ni fumar, ni tener relaciones sexuales. Las mujeres embarazadas, con
menstruación y enfermeros graves, están exceptuados. En La Angelita se
sacrificó un novillo y cada familia tuvo su porción para la iftar, la cena
nocturna.
Calendario islámico
Los musulmanes se rigen por el calendario islámico, que es lunar,
no solar como el gregoriano y se basa en ciclos lunares de 30 años, existen
años de 355 días y otros de 354. Cada año se divide en doce meses, dependiente
de los años, tienen 29 o 30 días. La semana tiene siete días, el más importante
es el viernes, llamado al-yuma'a, cuando se realiza una oración colectiva
dentro de la Sociedad. Hoy, a través de redes sociales.
En el mes de Ramadán (el noveno), en La Angelita, la natural
tranquilidad del pueblo se vio interrumpida por el altoparlante de la Sociedad
Árabe, para llamar a realizar los cinco rezos diarios. "Al Muazzin es la
persona que hace el azzan (el llamado a la oración), dentro del sagrado mes de
Ramadán", explica Muhammad. Para no alterar tanto a los vecinos, el primer
llamado (6.30) no se hace.
El Islam y su práctica se basan en ceremonias y obligaciones. El
traslado de la tradición es uno de sus pilares. Los niños al nacer se
circuncidan, los varones y mujeres bailan el Dabkee. A pesar que no esté
prohibido hacerlo con cristianos o judíos, los casamientos se suelen hacer
entre los miembros de la colectividad. "Somos una gran familia, a mi
suegra la llamo tía", afirma Yamile. La mujer cumple un rol protagónico.
"El paraíso está en los pies de tu madre", cita el Sheij un dicho del
profeta Muhammad. Ellas además son las que cocinan y unen a la familia
alrededor de una mesa.
La gastronomía musulmana se come a diario en La Angelita. Jadiye
Ahmad Selman (conocida como Marta Pepe, de 64 años) es una de las mujeres más
queridas, además de profesora de idioma, es la que mejor cocina. Tiene un
restaurante, muy conocido en la región, Lo de Hasna, donde expresa su amor en
recetas que no han sido modificadas desde hace siglos. Sus especialidades son
los warakdel (niños envueltos), el keppi (carne macerada y condimentada que los
libaneses comen cruda y aquí cocida), las sfiha (empanada árabe), y la baklawe
(pastel con pasta de pistachos, masa filo, bañado en almíbar.
La Angelita no siempre fue un pueblo de mayoría musalmana, hacia
comienzos del siglo XX la zona era habitada por colonias de catalanes e
italianos. "Argentina y Australia eran países que estaban creciendo",
afirma Muhammad. Los sirios estaban dominados por el imperio Turco y luego, por
Francia. En diferentes oleadas muchos de ellos llegaron al país, escapando de
las sucesivas guerras. En 1920 ya había una importante comunidad siria en La
Angelita, que se fundó en 1926. En el pueblo viven dos refugiados que llegaron
días antes del inicio de la cuarentena. "Han aprendido español",
asegura Yamile.
"El virus se combate con dos cosas que los árabes inventamos
hace siglos: la cuarentena y el lavado de manos", destaca Muhammad. La
higiene musulmana es estricta. "Si tocamos algo crudo, jamás lo mezclamos
con otro elemento", cuenta. "Tenemos la obligación de higienizarnos
todos los días", completa. Recuerda que durante la peste negra, en España,
los musulmanes tuvieron menos muertos por la higiene que enseña El Corán.
"No somos bélicos, el Islam es paz con uno mismo y con el medio ambiente",
explica para barrer con el prejuicio. "Allah nos dotó con algo que el
resto de las criaturas no tienen, la libertad. Nosotros somos responsables de
esa libertad", sentencia Muhammad.


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