Introducción
En los días 14, 15 y 16 de septiembre del año 2016, he tenido la oportunidad de escuchar al Padre Carlos Schickendantz en un seminario realizado en Colegio Pío XII - Cosquín - sobre el documento del Papa Francisco llamado “Amoris Laetitia”, que significa. “La Alegría del Amor”.
En esta oportunidad estamos entregando la tercera parte de 9, que componen el total del material.
En esta oportunidad estamos entregando la tercera parte de 9, que componen el total del material.
Amoris Laetitia - Tercera parte- Ir a Youtube
Padre
Carlos Schickendantz - 3 -
Sobre el documento “Amoris Laetitia”
La reflexión sobre la
atención a la historia tiene una cierta novedad en la teología católica. Se remonta al Concilio Vaticano II a la
constitución Gaudium Spes. Esa forma de
pensar tuvo una repercusión muy grande en América Latina, menos en Europa. Esa forma de pensar la fe... de hacer
teología, atenta a los signos de los tiempos.
Y, Francisco de alguna manera, inadvertidamente, porque no lo hace de
una manera teológicamente refleja, lleva consigo esta forma de proceder. Y, por eso si ustedes comparan el texto de
‘Amoris Laetitia’, con textos anteriores de Benedicto XVI o de Juan Pablo II,
observarán que éste tiene una mayor aproximación a la realidad. Que en los textos anteriores se sigue esta
forma de apoyarse en la propia tradición y la aplica o traduce a un nuevo
contexto, o situación. En cambio ahora
hay una modalidad que da mayor peso teológico, no sólo sociológico, a las
experiencias históricas. Por eso presta
más atención a las personas, a los procesos.
No a la enseñanza de la ‘verdad’ que siempre está incluida, sino a cómo
eso se verifica en los procesos.
Es muy fácil detectar
esto, en éste documento, por lo que se hace de una lectura sencilla y amena.
“El
Amor”
Una de las palabras más
utilizadas y muchas veces desfigurada.
El centro del Evangelio
versa sobre una de las palabras más utilizadas.
Voy a proponer aquí
tres argumentos.
Primer argumento: RECENTRAR
Si observan, los textos
de Francisco, incluyen un diagnóstico, sobre lo que se estaba haciendo y él
quiere corregir. Que podríamos llamar ‘RECENTRAR’.
Re-centrar el núcleo
del evangelio. Fíjense en estas
expresiones que son de ‘Evangelii Gaudium’: “Siempre se debe poner especial
cuidado en destacar y alentar los valores más altos y centrales del Evangelio,
principalmente el primado de la caridad como respuesta a la iniciativa gratuita
del amor de Dios. A veces nos cuesta
mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios.”
En otra parte: “De ahí
que algunas cuestiones que forman parte de la enseñanza moral de la Iglesia
queden fuera del contexto que le da sentido.
El problema mayor se produce cuando el mensaje que anunciamos aparece
identificado con aspectos secundarios que, sin dejar de ser importantes, no
manifiestan el corazón del mensaje de Jesucristo.
Las personas que nos
escuchan no pueden conectar nuestra forma de razonar y de argumentar con el
núcleo esencial del Evangelio que le otorga sentido, hermosura y atracción. Hemos hablado de tal manera que se ha opacado
lo central.
En Evangelii Gaudium,
un texto programático, dice: “Cuando existe un estilo pastoral misionero que
llegue a todos sin excepción, el anuncio se concentra en lo esencial que es lo
más bello, lo más grande, lo más atractivo, al mismo tiempo, lo más necesario.
Hay que enfocar
bien. Frecuentemente no hemos razonado
así. Y fíjense bien en Evangelii
Gaudium que utiliza una expresión que el Concilio utilizó para el diálogo
ecuménico. El núcleo fundamental, lo que resplandece es la belleza del amor
salvífico de Dios manifestado en Jesucristo.
En este sentido, el Concilio Vaticano II, explicó que hay un orden o
jerarquía en las verdades de la doctrina católica por ser diversa su conexión
con el fundamento de la fe cristiana. No
todas las verdades tienen el mismo peso, la misma fuerza, el mismo vigor, en el
anuncio del Evangelio. Lo que hace el
Papa es aplicar esta idea.
Esto vale tanto para
los dogmas de la fe como para el conjunto de las enseñanzas de la Iglesia. Por eso es importante que haya una adecuada
proporción en la periodicidad con que se habla y en la forma como se hacen
determinados acentos. Si no, lo más
bello, lo más necesario, lo más atractivo, acaba confundido con lo
inesencial.
Si seguimos hablando
así, sin prestar atención a lo que es esencial, el edificio moral de la
Iglesia, corre el riesgo de convertirse en un catillo de naipes. Y aquí está nuestro peor peligro: “El mensaje
correrá el riesgo de perder su frescura y dejará de tener olor a Evangelio”
“Amoris laetitia”, la
alegría del amor.
“Gaudium et spes”, los
gozos y esperanzas.
“Evangelii Gaudium”, la
alegría del Evangelio.
Francisco es un intento
del regreso al núcleo. Porque tiene un
diagnóstico: “Se perdió el núcleo”: en bioética, en asuntos de matrimonio y
familia, entonces la Iglesia es identificada con un código ético y no con la
palabra más utilizada, que es el amor.
Segundo argumento:
Re-centrar en el amor es
DESCENTRAR a las personas.
El poner el centro en
el amor, pone a las personas en una dinámica de descentramiento.
En el capítulo donde se habla de las dificultades de las
distintas situaciones irregulares, el Papa dice: “en cualquier circunstancia,
ante quienes tengan dificultad para vivir plenamente la ley divina…”
Claro, uno piensa en
los que estás separados, divorciados, en nuevas relaciones, juntados sin
relación sacramental… Pero si leemos:
“ante quienes tengan dificultad para vivir plenamente la ley divina”… ¡Quiénes
no tienen dificultades para vivir plenamente la Ley divina!
Y continúa el texto: “…debe
resonar la invitación a recorrer la ‘Via caritatis’ (el camino del amor).”
Parece que el Papa
reflexiona así: Cuando hay situaciones que no se acomodan a lo que Dios quiere,
que no están correctas, que no están de acuerdo a la Ley divina, invita a las
personas a recorrer la ‘Vía caritatis’, como diciendo: “Vayan por esta salida” y
resulta que esa es “LA” salida.
Luego el texto
continúa: “La caridad fraterna es la primera ley de los cristianos. No
olvidemos las promesas de las Escrituras: “Mantened un amor intenso entre
vosotros, porque el amor tapa la multitud de pecados” (1 Pe 4,8).” Luego el texto continúa citando a San
Agustín: “Así como en peligro de incendio correríamos a buscar agua para
apagarlo, del mismo modo si de nuestra paja surgiera la llama del pecado, y por
eso nos turbamos, cuando se nos ofrezca la ocasión de una obra llena de
misericordia, alegrémonos de ella como si fuera una fuente que se nos ofrezca
en la que podemos sofocar el incendio”.
En la persona que no
vive de acuerdo a la ley divina, aquí tiene una vía: el amor tapa los pecados.
El amor pone orden en la persona… Ordena interiormente a la persona. Sana la
psiquis porque impulsa a una actitud que responde a la estructura de la
persona, que es el descentramiento.
Profundicemos un poco
en las ideas de este texto, en el Nº 95
que comenta el texto sobre el amor de San pablo en 1 Cor. 2: “Mientras el amor
nos hace salir de nosotros mismos (Iglesia en salida: es una comunidad
humana. La Iglesia definida en términos de amor. Lo que la tradición cristiana llama éxtasis:
salir de sí). La envidia nos lleva a
centrarnos en nuestro propio ‘yo’. (es un problema de direcciones). El verdadero amor valora los logros ajenos,
no los siente como una amenaza y se libera del sabor amargo de la envidia”.
El amor nos lleva a
salir de nosotros mismos.
Miremos el Nº 97,
comentando el texto paulino, habla de la vanagloria como “el ansia de mostrarse
como superior para impresionar a otro con una actitud pedante y algo agresiva.
Quien ama, no sólo evita hablar demasiado de sí mismo sino que además está
centrado en los demás”
Es un problema de
“centros”, nuestra propia humanidad.
El centro de la persona
está afuera, el centro de la Iglesia, está afuera…
Si la persona se
descentra, respeta su estructura… y así adquiere paz, sana su psiquis, recobra
la alegría, se vuelve un instrumento para los demás, y se mata a sí misma, en
su propio ego, que pretende ser siempre el centro.
Miremos el Nº 239,
donde el Papa habla de un amor que puede compararse al adolescente… “Si todas
fueran personas que han madurado naturalmente, las crisis serían menos
frecuentes (¡Chocolate, por la noticia!)
Pero el hecho es que las personas necesitan realizar a los cuarenta años
(o a los cincuenta, o a los sesenta), una maduración atrasada, que debería
haberse alcanzado al final de la adolescencia.
A veces se ama con un amor egocéntrico, propio del niño, fijado en una
etapa donde la realidad se distorsiona y se vive en el capricho a que todo gire
en torno al propio ‘yo’.
¿Cómo se descentra una
persona?
Aquí adquiere relieve
la propuesta más global, hecha por el año de la misericordia,
En el Nº 140 dice:
“Muchos terminan su niñez sin haber sentido jamás que son amados
incondicionalmente, y eso lastima su capacidad de confiar y entregarse”
Si alguien se ocupó de
mí, me habilitó para que yo me ocupe de
los otros. Si alguien puso su centro en
mí, hoy me posibilita ser una persona descentrada. Porque tengo un amor incondicional que me
respalda. Me siento amado. No debo ‘yo’ ocuparme de mí mismo, porque
alguien se ocupó de mí. Entonces, estoy libre de mí mismo, para ocuparme de los
demás. Gracias a un amor incondicional.
No te quiero por tus
cualidades, ni por tus cosas buenas, te quiero porque te quiero.
Por eso, la experiencia
religiosa tiene un enorme potencial, para la maduración de las personas. La
experiencia de un Dios que ama sin condiciones. Por eso es tan importante que las personas descubran una
adecuada imagen de Dios. La experiencia de Dios es una experiencia liberadora
de la mayor de las esclavitudes: ‘yo mismo’.
Pero sólo puede salvarme un amor que no puedo yo fabricarme, sino que es
incondicional de otros. Lo más sano en la vida son experiencias de amor.
De aquí se pueden sacar
muchas cosas concretas que tiene el texto, como cuando dice: “hay que escuchar”. Esto que puede ser muy concreto dentro del
ámbito de las familias: “escuchar”. Para
escuchar, hay que liberarse de sí mismo. Hay que prestar la cabezo, el oído, el
corazón y el tiempo a otro. Dar un
tiempo de calidad, y esto requiere “no empezar a hablar antes del momento adecuado”.
No les llama la
atención las personas que nunca preguntan ‘¿Cómo estás, sino que siempre se ocupan
de contar cómo están ellas? Si
advertimos ese error en los otros, no caigamos en lo mismo nosotros mismos. Hay que asegurarse de haber escuchado todo lo
que el otro necesita decir.
Y miren esta frase en
el Nº 235: “Desarrollar el hábito de dar importancia real al otro”
El centro de la persona
está fuera de ella. El Papa dice que
para arreglar la vida de las personas en situaciones difíciles, la vía
caritatis. Mucho más para arreglar la vida de todos.
Cuando una situación,
cualquiera sea ella, parece que no tiene solución, busque por esta vía, que se
busque hacer todo el bien posible.

Muy interesante. Lamento no haber leído los dos anteriores.
ResponderEliminarSobre el margen izquierdo del Blog están los archivos ubicados por mes... Si buscas ahí encontrarás los anteriores.
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