23 septiembre 2020

Amoris Laetitia, un documento que despertó polémica - Tercera Parte

Padre Carlos Schickendantz

Introducción

En los días 14, 15 y 16 de septiembre del año 2016, he tenido la oportunidad de escuchar al Padre Carlos Schickendantz en un seminario realizado en Colegio Pío XII - Cosquín - sobre el  documento del Papa Francisco llamado “Amoris Laetitia”, que significa. “La Alegría del Amor”.
En esta oportunidad estamos entregando la tercera parte de 9, que componen el total del material.

 Amoris Laetitia - Tercera parte- Ir a Youtube

Padre Carlos Schickendantz - 3 -

Sobre el documento “Amoris Laetitia”


La reflexión sobre la atención a la historia tiene una cierta novedad en la teología católica.  Se remonta al Concilio Vaticano II a la constitución Gaudium Spes.  Esa forma de pensar tuvo una repercusión muy grande en América Latina, menos en Europa.  Esa forma de pensar la fe... de hacer teología, atenta a los signos de los tiempos.  Y, Francisco de alguna manera, inadvertidamente, porque no lo hace de una manera teológicamente refleja, lleva consigo esta forma de proceder.  Y, por eso si ustedes comparan el texto de ‘Amoris Laetitia’, con textos anteriores de Benedicto XVI o de Juan Pablo II, observarán que éste tiene una mayor aproximación a la realidad.  Que en los textos anteriores se sigue esta forma de apoyarse en la propia tradición y la aplica o traduce a un nuevo contexto, o situación.  En cambio ahora hay una modalidad que da mayor peso teológico, no sólo sociológico, a las experiencias históricas.  Por eso presta más atención a las personas, a los procesos.  No a la enseñanza de la ‘verdad’ que siempre está incluida, sino a cómo eso se verifica en los procesos.

Es muy fácil detectar esto, en éste documento, por lo que se hace de una lectura sencilla y amena.

 

“El Amor”

Una de las palabras más utilizadas y muchas veces desfigurada.

El centro del Evangelio versa sobre una de las palabras más utilizadas.

Voy a proponer aquí tres argumentos.

 

Primer argumento: RECENTRAR

Si observan, los textos de Francisco, incluyen un diagnóstico, sobre lo que se estaba haciendo y él quiere corregir. Que podríamos llamar ‘RECENTRAR’.

Re-centrar el núcleo del evangelio.  Fíjense en estas expresiones que son de ‘Evangelii Gaudium’: “Siempre se debe poner especial cuidado en destacar y alentar los valores más altos y centrales del Evangelio, principalmente el primado de la caridad como respuesta a la iniciativa gratuita del amor de Dios.  A veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios.”

En otra parte: “De ahí que algunas cuestiones que forman parte de la enseñanza moral de la Iglesia queden fuera del contexto que le da sentido.  El problema mayor se produce cuando el mensaje que anunciamos aparece identificado con aspectos secundarios que, sin dejar de ser importantes, no manifiestan el corazón del mensaje de Jesucristo.

Las personas que nos escuchan no pueden conectar nuestra forma de razonar y de argumentar con el núcleo esencial del Evangelio que le otorga sentido, hermosura y atracción.  Hemos hablado de tal manera que se ha opacado lo central.

En Evangelii Gaudium, un texto programático, dice: “Cuando existe un estilo pastoral misionero que llegue a todos sin excepción, el anuncio se concentra en lo esencial que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo, al mismo tiempo, lo más necesario.

Hay que enfocar bien.  Frecuentemente no hemos razonado así.   Y fíjense bien en Evangelii Gaudium que utiliza una expresión que el Concilio utilizó para el diálogo ecuménico. El núcleo fundamental, lo que resplandece es la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo.  En este sentido, el Concilio Vaticano II, explicó que hay un orden o jerarquía en las verdades de la doctrina católica por ser diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana.  No todas las verdades tienen el mismo peso, la misma fuerza, el mismo vigor, en el anuncio del Evangelio.  Lo que hace el Papa es aplicar esta idea. 

Esto vale tanto para los dogmas de la fe como para el conjunto de las enseñanzas de la Iglesia.  Por eso es importante que haya una adecuada proporción en la periodicidad con que se habla y en la forma como se hacen determinados acentos.   Si no, lo más bello, lo más necesario, lo más atractivo, acaba confundido con lo inesencial. 

Si seguimos hablando así, sin prestar atención a lo que es esencial, el edificio moral de la Iglesia, corre el riesgo de convertirse en un catillo de naipes.  Y aquí está nuestro peor peligro: “El mensaje correrá el riesgo de perder su frescura y dejará de tener olor a Evangelio”

 

“Amoris laetitia”, la alegría del amor.

“Gaudium et spes”, los gozos y esperanzas.

“Evangelii Gaudium”, la alegría del Evangelio.

Francisco es un intento del regreso al núcleo.  Porque tiene un diagnóstico: “Se perdió el núcleo”: en bioética, en asuntos de matrimonio y familia, entonces la Iglesia es identificada con un código ético y no con la palabra más utilizada, que es el amor.

 

Segundo argumento:

Re-centrar en el amor es DESCENTRAR a las personas.

El poner el centro en el amor, pone a las personas en una dinámica de descentramiento.

En el capítulo  donde se habla de las dificultades de las distintas situaciones irregulares, el Papa dice: “en cualquier circunstancia, ante quienes tengan dificultad para vivir plenamente la ley divina…”

Claro, uno piensa en los que estás separados, divorciados, en nuevas relaciones, juntados sin relación sacramental…  Pero si leemos: “ante quienes tengan dificultad para vivir plenamente la ley divina”… ¡Quiénes no tienen dificultades para vivir plenamente la Ley divina!

Y continúa el texto: “…debe resonar la invitación a recorrer la ‘Via caritatis’ (el camino del amor).”

Parece que el Papa reflexiona así: Cuando hay situaciones que no se acomodan a lo que Dios quiere, que no están correctas, que no están de acuerdo a la Ley divina, invita a las personas a recorrer la ‘Vía caritatis’, como diciendo: “Vayan por esta salida” y resulta que esa es “LA” salida.

Luego el texto continúa: “La caridad fraterna es la primera ley de los cristianos. No olvidemos las promesas de las Escrituras: “Mantened un amor intenso entre vosotros, porque el amor tapa la multitud de pecados” (1 Pe 4,8).”  Luego el texto continúa citando a San Agustín: “Así como en peligro de incendio correríamos a buscar agua para apagarlo, del mismo modo si de nuestra paja surgiera la llama del pecado, y por eso nos turbamos, cuando se nos ofrezca la ocasión de una obra llena de misericordia, alegrémonos de ella como si fuera una fuente que se nos ofrezca en la que podemos sofocar el incendio”.

En la persona que no vive de acuerdo a la ley divina, aquí tiene una vía: el amor tapa los pecados. El amor pone orden en la persona… Ordena interiormente a la persona. Sana la psiquis porque impulsa a una actitud que responde a la estructura de la persona, que es el descentramiento.

Profundicemos un poco en las ideas de este texto, en el Nº 95 que comenta el texto sobre el amor de San pablo en 1 Cor. 2: “Mientras el amor nos hace salir de nosotros mismos (Iglesia en salida: es una comunidad humana.  La  Iglesia definida en términos de amor.  Lo que la tradición cristiana llama éxtasis: salir de sí).  La envidia nos lleva a centrarnos en nuestro propio ‘yo’. (es un problema de direcciones).  El verdadero amor valora los logros ajenos, no los siente como una amenaza y se libera del sabor amargo de la envidia”.

El amor nos lleva a salir de nosotros mismos.

Miremos el Nº 97, comentando el texto paulino, habla de la vanagloria como “el ansia de mostrarse como superior para impresionar a otro con una actitud pedante y algo agresiva. Quien ama, no sólo evita hablar demasiado de sí mismo sino que además está centrado en los demás”

Es un problema de “centros”, nuestra propia humanidad.

El centro de la persona está afuera, el centro de la Iglesia, está afuera…

Si la persona se descentra, respeta su estructura… y así adquiere paz, sana su psiquis, recobra la alegría, se vuelve un instrumento para los demás, y se mata a sí misma, en su propio ego, que pretende ser siempre el centro.

Miremos el Nº 239, donde el Papa habla de un amor que puede compararse al adolescente… “Si todas fueran personas que han madurado naturalmente, las crisis serían menos frecuentes (¡Chocolate, por la noticia!)  Pero el hecho es que las personas necesitan realizar a los cuarenta años (o a los cincuenta, o a los sesenta), una maduración atrasada, que debería haberse alcanzado al final de la adolescencia.  A veces se ama con un amor egocéntrico, propio del niño, fijado en una etapa donde la realidad se distorsiona y se vive en el capricho a que todo gire en torno al propio ‘yo’.

 

¿Cómo se descentra una persona?

Aquí adquiere relieve la propuesta más global, hecha por el año de la misericordia,

En el Nº 140 dice: “Muchos terminan su niñez sin haber sentido jamás que son amados incondicionalmente, y eso lastima su capacidad de confiar y entregarse”

Si alguien se ocupó de mí, me habilitó para que  yo me ocupe de los otros.  Si alguien puso su centro en mí, hoy me posibilita ser una persona descentrada.  Porque tengo un amor incondicional que me respalda.  Me siento amado.  No debo ‘yo’ ocuparme de mí mismo, porque alguien se ocupó de mí. Entonces, estoy libre de mí mismo, para ocuparme de los demás. Gracias a un amor incondicional.

No te quiero por tus cualidades, ni por tus cosas buenas, te quiero porque te quiero.

Por eso, la experiencia religiosa tiene un enorme potencial, para la maduración de las personas. La experiencia de un Dios que ama sin condiciones. Por eso es tan  importante que las personas descubran una adecuada imagen de Dios. La experiencia de Dios es una experiencia liberadora de la mayor de las esclavitudes: ‘yo mismo’.  Pero sólo puede salvarme un amor que no puedo yo fabricarme, sino que es incondicional de otros. Lo más sano en la vida son experiencias de amor.

De aquí se pueden sacar muchas cosas concretas que tiene el texto, como cuando dice: “hay que escuchar”.  Esto que puede ser muy concreto dentro del ámbito de las familias: “escuchar”.  Para escuchar, hay que liberarse de sí mismo. Hay que prestar la cabezo, el oído, el corazón y el tiempo a otro.  Dar un tiempo de calidad, y esto requiere “no empezar a hablar antes del momento adecuado”.

No les llama la atención las personas que nunca preguntan ‘¿Cómo estás, sino que siempre se ocupan de contar cómo están ellas?  Si advertimos ese error en los otros, no caigamos en lo mismo nosotros mismos.  Hay que asegurarse de haber escuchado todo lo que el otro necesita decir.

Y miren esta frase en el Nº 235: “Desarrollar el hábito de dar importancia real al otro”

El centro de la persona está fuera de ella.  El Papa dice que para arreglar la vida de las personas en situaciones difíciles, la vía caritatis. Mucho más para arreglar la vida de todos.

Cuando una situación, cualquiera sea ella, parece que no tiene solución, busque por esta vía, que se busque hacer todo el bien posible. 

 


2 comentarios:

  1. Julio Plaza26/9/20, 20:50

    Muy interesante. Lamento no haber leído los dos anteriores.

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  2. Sobre el margen izquierdo del Blog están los archivos ubicados por mes... Si buscas ahí encontrarás los anteriores.

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