Por Juan José Cabadas
Despedida para un Pastor, Hermano y Amigo
El Padre Ramón Sánchez llegó a nuestra comunidad de La Falda hace un poquito más de medio siglo. Hoy no es fácil hablar del significado de su presencia durante tanto tiempo cuando estamos llorando su partida. Se me hace difícil representar el sentir de todo un pueblo, a lo largo de distintas generaciones, sin caer en relatar lo que es una experiencia personal.
Últimamente celebraba la Misa sentado y, con cierta vergüenza se disculpaba por no poder estar de pié. Después, a consecuencia de la cuarentena, en medio de tantas limitaciones físicas, continuaba celebrando la Eucaristía en su casa, pidiendo por toda la comunidad y enviando su audio de la reflexión de las lecturas del día...
Podemos encontrar en una primera palabra, una definición de su pastoreo: 'Presencia'... Para todo el que necesitó de él, para quienes lo vinieron a buscar por un enfermo o responso, en los encuentros festivos y en los momentos de dolor: 'Presencia'. En cada Eucaristía, celebrada puntualmente por respeto a la gente y en tantos bautismos, primeras comuniones y casamientos: 'Presencia'.
Otra palabra es 'Respeto'. Una persona con una mentalidad abierta y respetuosa a toda postura, incluso, ajena a su pensar. Un cura que no empujaba a nadie, sino que proponía el Evangelio y esperaba por el tiempo de Dios para cada uno: 'Respeto'.
Si existe una imagen de Jesús, con la que pueda identificar al Padre Ramón, es la de ser 'Puerta de las ovejas'. Puerta dispensadora de tantas Gracias como de su caridad, de modo que nadie que se le acercaba, salía con las manos vacías. Puerta del pastor que sale hacia su pueblo y que sabe recibir a los demás en su casa. Y con respecto a esto último podemos decir que hay otra palabra que, también, define su sacerdocio. Es la de 'Hospitalidad': Cuando tenía su 'rancho' en Villa Giardino, tenía un cartel en la pared que decía que la 'hospitalidad es el lado exquisito de la caridad'...
Amante de los asados, los buenos vinos y el folclore, que terminaban siendo herramientas para condimentar tantos encuentros en torno a una mesa... 'Su' parroquia y 'su' casa, de puertas abiertas, tanto como su corazón, para recibir a cada uno...
¡Cómo no saber que el Buen Dios, hoy, ha abierto las puertas del Cielo, de par en par, para recibirlo en un abrazo!
Hace poco, el Padre Ramón, supo que a partir de fin de año, pasaba a ser 'párroco emérito'. Otro tomaría la posta...
Pero se adelantó a esa fecha y se fue de este mundo como 'párroco'... Y sus restos descansarán en el atrio del Templo de La Falda como signo de su presencia en medio de su pueblo... Su pastoreo, en unión íntima y eterna con el Buen Pastor, continuará, de pié ante el Padre, desde su intercesión, pidiendo por toda la comunidad.
Como un árbol
Jesús propuso a la gente esta parábola:
“El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas”. Mt 13,31
Goreth, mi esposa, me dijo con respecto a la partida del Padre Ramón que La Falda no será lo misma...
Que es como cuando en un pueblo hay un árbol añejo en medio de su plaza... Un orgullo de todos los pobladores... Una planta histórica con la que cada habitante se siente identificado por más que ese árbol marque su presencia a la distancia y en silencio...
A él ataron sus carruajes los bisabuelos. Entre sus ramajes jugaron los abuelos cuando de niños lo trepaban... A su sombra se declararon amor sus padres. Ellos mismos comieron de sus frutos al regresar del colegio.
Pero un día el pueblo llora porque ese árbol se ha secado...
Del Padre Ramón muchos podrán decir que casó a sus padres, que fueron bautizados por él, que compartieron un encuentro o una comida...
Yo mismo recibí, de él, mi primera comunión...
Es cierto que la ciudad no será la misma. Está de luto porque se siente huérfana.
Y sería muy auspicioso si cada uno de nosotros no fuéramos los mismos sino mejores...
Porque a tanta entrega corresponde nuestra respuesta.
A los tiempos de su siembra, para que esta cobre sentido, en nuestra comunidad debemos vivir la alegría de la cosecha...
A los reiterados pedidos del Padre Ramón, de que nos comportemos como hermanos, debemos reaccionar uniéndonos, dejando de lado rivalidades y murmuraciones para sentirnos compañeros en un mismo camino.
Tal vez si Jesús hubiera caminado en nuestro pueblo y nuestro tiempo, hubiera dicho esta parábola: 'El Reino de los Cielos se parece a un gran árbol que se ha secado... Pero que si uno se fija en la tierra que lo ha sustentado, descubre que hay brotes naciendo por las semillas que ha derramado'.


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