03 diciembre 2020

Amoris Laetitia: 'Un Documento que generó polémica' - Sexta entrega

 

Padre Carlos Schickendantz


El Padre Carlos Schickendantz ha dictado un seminario sobre la Exhortación Apostólica 'Amoris Laetitia', del Papa Francisco.
El Padre Schickendantz brida una serie de herramientas para su lectura.
Debido a la extensión del material, lo hemos dividido en 9 entregas, de las cuales, la presente es la Sexta Parte.

Padre Carlos Schickendantz

Sobre el documento “Amoris Laetitia”

El Nº 297 dice: “Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su PROPIA manera de participar en la comunidad para que se sienta objeto de una misericordia ‘inmerecida, incondicional y gratuita’”

La propia manera (no la manera de la comunidad) es la más adecuada a la historia, a la situación, a las posibilidades

Luego dice: “No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión sino a TODOS, en cualquier situación en que se encuentren”

La propia manera.  Uno de los discernimientos es el descubrir el carisma de cada uno. Este es el discernimiento para quien planifica, proyecta, gobierna y toma decisiones.  Discernir las cualidades y discernir el espíritu que alienta y alimenta esas cualidades.

Se trata de encontrar la propia manera.

La Iglesia debe ser una comunidad viva donde cada uno viva, de acuerdo a lo que dice aquella canción: ‘A mi manera’.  Llegar al final de la vida y decir ‘viví a mi manera’.

Soy una idea única.  Somos 7.000.000.000 los ‘homo sapiens’. Y eso nos hace pensar que somos demasiados, y nos cuesta observar al único.

Cuando nos enamoramos, observamos un único y lo valoramos.   Dios nos mira como únicos. Eduquemos la mirada para descubrir a los otros como únicos.  Hagamos el ejercicio.  Hagamos un ejercicio cuando andemos por la calle.   Mirar a cada uno e imaginar la biografía.  ‘A ti no te vuelvo a ver… No te volveré a ver hasta la muerte… Hasta el Cielo… Pero te vi.  ¿Cómo será tu historia? ¿De dónde vienes? ¿Cuáles son tus tristezas? ¿Qué cosas te alegran? ¿Qué momentos difíciles tendrás en la vida? ¡Soy tu compañero de camino!... Nos volveremos a encontrar…

Eso es humanidad.  Eso es mirar a las personas como Dios nos mira.  Y esto se ejercita, porque el amor crece con el ejercicio.  El amor no mira a multitudes.  Presta atención a personas y biografías. Olfatea el sufrimiento de los otros.   Interpreta sus deseos.  Presta oídos a sus palabras: las que se pronuncian… y las que nunca son pronunciadas…  Es una sensibilidad especial.

Dios quiere educar este tipo de personas en el mundo de hoy.

Todos necesitamos ser mirados, según nuestra propia manera.

Por eso el Papa invita a integrar, que es integrar en el Espíritu.  Es la Iglesia que tiene que abrir las puertas al Espíritu, que llega a nosotros por la PROPIA MANERA de los demás.

El Papa lo dice de todos, pero particularmente de aquellos que viven en situaciones irregulares, que pueden ser considerados pecadores, o que por cualquier motivo pueden ser excluidos por la comunidad.

En el mismo texto, al final, “aún para él”… Habla del peor.  Aquel que rechaza la doctrina de la Iglesia y vive ‘a su manera’, libertino, que rechaza el ideal cristiano…  Aún para él, hay una manera de participar en las comunidades.

En el texto anterior hay una palabra que se repite a lo largo de la carta y muy importante en todas las ciencias: es ‘complejidad’.

Las personas que más entienden el problema, son conscientes de la complejidad de la realidad.

El que estudia el océano, los fondos marinos… el que estudia el universo… el que estudia la psiquis humana… el que estudia los procesos políticos… el que estudia los sistemas económicos…  Mientras más crece el conocimiento y la comprensión se reconoce la ‘Complejidad’.

Este es un tema de la carta… Por eso es necesario el discernimiento.  Porque un salto cualitativo de éste documento sobre otros documentos de la Iglesia, anteriores, es que hay una particular atención a la realidad… Y a la complejidad de la realidad…

Por eso no funcionan las recetas con categorías pre-establecidas.  Y por eso hay que tener capacidad, inteligencia y sensibilidad para observar los asuntos humanos complejos.

En el Nº 299, el Papa coloca una razón que ha aparecido varias veces: “La integración de las personas es importante no sólo por ellos, también por sus hijos”.  Cuando se excluyen personas de la posibilidad de celebrar un Bautismo porque no se cumple con ciertos requisitos, o cuando no se ha acogido a las personas divorciadas y vueltas a casar.   En las comunidades cristianas, no sólo se ha alejado a esas personas, sino que –lo que ha sucedido- se ha perdido a la generación siguiente.

En el integrar, no sólo se tiene en cuenta a la persona que viene sino, también, a toda su familia.

Perdiendo el contacto con padres y con matrimonios hechos y rehechos.  Deshechos y vueltos a hacer. La actitud que se toma, no sólo repercute en ellos, sino también en los hijos que tomarán distancia.

Por eso, en varios lugares de la carta aparece esta idea del Nº 305: “un pastor” y se puede hablar análogamente de cualquier persona… “puede sentirse satisfecho, sólo, aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones ‘irregulares’, como si fueran piedras que se lanzan sobre las vidas de las personas.  Es el caso de los corazones cerrados que suelen esconderse aún detrás de las enseñanzas de la Iglesia.

La misma idea aparece en los números 49, 182 y en el 308.

El verdadero giro está en que este documento no tiene una exposición sobre la doctrina de la Iglesia en sentido abstracto sobre el matrimonio, sino sobre la realidad de las personas.

El acento no está puesto en una doctrina que luego se aplica, sino en los procesos personales.  Es una vuelta a la realidad.  Un giro hacia la historia. Un vuelco hacia la experiencia.

Anteriormente, en los textos del magisterio, y antes del Concilio Vaticano II, la cosa es más clara, eran textos doctrinales, que luego necesitan una aplicación pastoral.

En cambio aquí, el centro, no está en recordar una doctrina, sino en prestar atención a los procesos de las personas. Y de cómo es posible ayudar a las personas, a partir del núcleo del Evangelio, que es el amor.

Como dijo la ‘Evangelii Gaudium’: un pequeño paso en una situación complicada, puede ser tremendamente valioso comparado con otras situaciones donde la vida es más sana, más equilibrada.

La imagen de la Iglesia, como ‘Hospital de campaña’ apunta a todos, porque no hay persona que no tenga sus heridas que curar.  No estamos hablando de casos aislados, sino de la mayoría de las personas, que no realizan un ideal (que no existe sino que nos motiva).  Sino que se vive en un matrimonio en situaciones comunes.  A menudo variadas, opacadas, llena de insatisfacciones, con heridas no curadas, con procesos no madurados, con perdones nunca acordados y cerrados…

La Iglesia se acerca con una pregunta: ¿Cómo puedo ayudar?... Como dijo Jesús en el Evangelio: Mujer ¿qué puedo hacer por ti?

Mi agenda eres tú.

No es que no tenga ideas, pero mi agenda eres tú.  Porque a partir de ti mismo y del conocimiento que alcance de ti, y del discernimiento que hagamos juntos, es que puede venir el paso próximo. No de un ideal sino ajustado a tu persona.  Porque a ti, Dios, no te tira el ideal, te pide el paso de hoy.

El discernimiento es todos los días.  Pero es el paso de hoy y la Iglesia debe acompañar cada paso posible.

Una Iglesia así, puede prestar un gran servicio a la sociedad.  Puede curar heridas, alentar personas, acompañar lágrimas, estar cerca en duelos, mitigar pobrezas, ofrecer sonrisas, dar una palabra de aliento en un momento adecuado, promover personas.

Tenemos que ser aliados de Dios en el crecimiento de las personas.  Por eso, hoy, se necesita gente con tanta humanidad.

El examen de la Iglesia, hoy, se llama humanidad.  Allí prueba su olor a Evangelio.

La crítica moderna más importante que recibió el cristianismo es su inhumanidad.  En el caso del marxismo, por ejemplo, por decir que la Iglesia posterga una agenda de justicia.  ‘Ustedes predican un Cielo, la gente se despreocupa de la tierra, y entonces no se operan los cambios que mejoran las condiciones de vida de las personas.  Ustedes son un opio… adormecen… y frenan los cambios que harían promoción social.’  Desde la izquierda, esa es una de las críticas fuertes de la modernidad.

Por eso la Iglesia, después del Concilio Vaticano II, y desde Francisco, debe mostrar su humanidad.  Su carácter evangélico en el terreno de la humanidad.

¿Tú dices ser de una comunidad que proviene de Dios?... ¡Muéstrame tu humanidad!

Es decir tu capacidad de discernir, integrar y acompañar.  Un ‘hospital de campaña’.  Un servicio e instrumento para curar heridas. “La Iglesia que sueño –dice Francisco – es un hospital de campaña’.

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