La Iglesia está llamada a respirar con sus dos pulmones: el occidental y
el oriental, es decir sabiendo valorar la inmensa riqueza de ambas partes e
integrándolas en la vida personal y comunitaria de los seguidores de
Jesús. Nuestra mentalidad occidental, muchas veces ha dejado de lado el tesoro
histórico y relegado a un plano casi oculto a los que también comparten con
nosotros el camino de la fe y que viven en aquella región del mundo.Hablar de
las Iglesias orientales es adentrarse en un camino que es indudablemente
mistérico, aludiendo al Misterio no como aquello que no puede ser conocido,
sino más bien a aquello que no puede ser abarcado. Pareciera extraño tener que
relatar y describir a las iglesias orientales como algo novedoso, ya que muchas
de estas comunidades deben su origen a la misma etapa histórica de la predicación
de Jesús y el germen de las primeras comunidades cristianas que conocieran la
luz fueron “inauguradas” con la presencia o el paso de Jesús y de sus Apóstoles
por muchas de ellas. Quizás este sea el tiempo, mediado por la inmediatez de la
información, la primicia de las redes sociales y el contacto virtual, el que
nos acerque más de pronto a todas ellas. No pretendemos hacer un recorrido
meramente histórico de estas iglesias, sino más bien, ir tocando distintos
puntos de reflexión que nos ayudarán a vivir nuestra espiritualidad en una
clave “oriental”.
Para empezar podríamos hablar de estas primitivas comunidades, que aún
hoy siguen estando activas y se consideran como herederas de una tradición
impresionante. Tenemos que tener en cuenta que dentro de las tradiciones
eclesiales contamos con 23 Iglesias orientales. Estas tienen una forma de
organización propia, pero a la vez todas ellas están en plena comunión con
Roma. No son comunidades que vivan de manera distinta a las nuestras, pero
tienen algunas tradiciones culturales, litúrgicas y teológicas que las hacen
especiales.
El inicio de cada una de ellas es importante, pero también lo es el
contexto en el que se encuentran siendo hoy en día testigos de la presencia de
Jesús. Las tierras orientales, es decir aquellas ubicadas geográficamente al
oriente de Roma, son lugares en donde la vida cristiana se ha tornado muchas
veces difícil de manifestarse públicamente, por lo que las persecuciones y las
dificultades que han tenido que sortear se convirtieron y aún lo siguen siendo,
una moneda corriente. Tierras consideradas santas, por la presencia de Jesús o
sus Apóstoles como el Líbano, lugar en donde Jesús encontró a la siro-fenicia;
Egipto, lugar elegido por la Sagrada Familia de Nazaret para el exilio; Siria
conocida en aquel entonces por haber sido el primer lugar donde los seguidores
de Jesús recibieron el nombre de cristianos, son algunas de las semillas
fértiles en donde nacieron estas Iglesias. Hoy en día la situación de algunas
de ellas no ha cambiado; las minorías cristianas encuentran hostilidad para
vivir su fe, pero aún eso siguen siendo faro para la esperanza que muchas veces
pareciera que Occidente empieza a perder.
La esperanza es uno de esos conceptos a los que podríamos encontrarle un
nuevo sentido, resignificado, desde la vivencia oriental de nuestros hermanos
seguidores de Jesús. La idea será a partir de ahora ir sacando estos puntos de
apoyo, para que aprendamos juntos a respirar con los dos pulmones, el
occidental y el oriental.
La Iglesia está llamada a respirar con sus dos pulmones: el occidental y
el oriental, es decir sabiendo valorar la inmensa riqueza de ambas partes e
integrándolas en la vida personal y comunitaria de los seguidores de
Jesús. Nuestra mentalidad occidental, muchas veces ha dejado de lado el tesoro
histórico y relegado a un plano casi oculto a los que también comparten con
nosotros el camino de la fe y que viven en aquella región del mundo.Hablar de
las Iglesias orientales es adentrarse en un camino que es indudablemente
mistérico, aludiendo al Misterio no como aquello que no puede ser conocido,
sino más bien a aquello que no puede ser abarcado. Pareciera extraño tener que
relatar y describir a las iglesias orientales como algo novedoso, ya que muchas
de estas comunidades deben su origen a la misma etapa histórica de la predicación
de Jesús y el germen de las primeras comunidades cristianas que conocieran la
luz fueron “inauguradas” con la presencia o el paso de Jesús y de sus Apóstoles
por muchas de ellas. Quizás este sea el tiempo, mediado por la inmediatez de la
información, la primicia de las redes sociales y el contacto virtual, el que
nos acerque más de pronto a todas ellas. No pretendemos hacer un recorrido
meramente histórico de estas iglesias, sino más bien, ir tocando distintos
puntos de reflexión que nos ayudarán a vivir nuestra espiritualidad en una
clave “oriental”.
Para empezar podríamos hablar de estas primitivas comunidades, que aún
hoy siguen estando activas y se consideran como herederas de una tradición
impresionante. Tenemos que tener en cuenta que dentro de las tradiciones
eclesiales contamos con 23 Iglesias orientales. Estas tienen una forma de
organización propia, pero a la vez todas ellas están en plena comunión con
Roma. No son comunidades que vivan de manera distinta a las nuestras, pero
tienen algunas tradiciones culturales, litúrgicas y teológicas que las hacen
especiales.
El inicio de cada una de ellas es importante, pero también lo es el
contexto en el que se encuentran siendo hoy en día testigos de la presencia de
Jesús. Las tierras orientales, es decir aquellas ubicadas geográficamente al
oriente de Roma, son lugares en donde la vida cristiana se ha tornado muchas
veces difícil de manifestarse públicamente, por lo que las persecuciones y las
dificultades que han tenido que sortear se convirtieron y aún lo siguen siendo,
una moneda corriente. Tierras consideradas santas, por la presencia de Jesús o
sus Apóstoles como el Líbano, lugar en donde Jesús encontró a la siro-fenicia;
Egipto, lugar elegido por la Sagrada Familia de Nazaret para el exilio; Siria
conocida en aquel entonces por haber sido el primer lugar donde los seguidores
de Jesús recibieron el nombre de cristianos, son algunas de las semillas
fértiles en donde nacieron estas Iglesias. Hoy en día la situación de algunas
de ellas no ha cambiado; las minorías cristianas encuentran hostilidad para
vivir su fe, pero aún eso siguen siendo faro para la esperanza que muchas veces
pareciera que Occidente empieza a perder.
La esperanza es uno de esos conceptos a los que podríamos encontrarle un
nuevo sentido, resignificado, desde la vivencia oriental de nuestros hermanos
seguidores de Jesús. La idea será a partir de ahora ir sacando estos puntos de
apoyo, para que aprendamos juntos a respirar con los dos pulmones, el
occidental y el oriental.

Un curso de la UCA sobre las Iglesias Orientales, actualmente en desarrollo, es muy ilustrativo.
ResponderEliminarUn curso de la UCA sobre las Iglesias Orientales, actualmente en desarrollo, es muy ilustrativo.
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