23 septiembre 2020

Teología Pop

                            El Tinkunako cierra 'la Grieta'


Por Lalo Gil Greco

                
            Al final de cada año  la capital riojana celebra el 
            TINKUNAKO, desde hace mas de 400 años. Es una 
            manifestación de la religiosidad popular que con-
            voca,  durante una semana, multitudes llegadas
            de todo el país y a estudiosos que analizan el signi-
            ficado profundo de la fiesta mas alla de los disfra-
            ces.
            El padre jesuita Tomás Bradley ha escrito una obra
            monumental (que nosotros hemos tomado para pu
            blicar esta nota) sobre el Tinkunako.  Monumental 
            no por su extensión sino por la  impresionante pro-
            fundidad, alcance y actualidad de su perspectiva. Y 
            por la abismal significación de sus conclusiones. 
            Analiza la espiritualidad y enseñanzas del ENCUENTRO
            (tinkunako, en lengua madre indígena) y la búsqueda
            que el hombre hace de Dios en los Aillys y Alféreces,
            los “dos bandos” que renuevan su reconciliación cada 
            año bajo el tórrido sol riojano.

El Tinkunako es una historia viva de “encuentro” con Dios y entre nosotros, dice el P. Bradley al comenzar su obra, y una oportunidad de profundizar lo que vivimos como pueblo de Dios y como argentinos. En el modo de hacer memoria se refleja el protagonismo que queremos tener hoy. Cómo se entiende el pasado dispone al modo de tratarnos en el presente.

                                          Historia de un Encuentro
Cuando Dios quiere llegarnos al corazón busca los medios para que lo aten
damos y lo entendamos. Hace ya muchos siglos se hizo hombre. Con su vida y su muerte nos dijo que el perdón puede vencer la mezquindad del  hombre, sus violencias y sus infidelidades.
Siguiendo con ese intento, Dios volvió a hacerse presente en los hechos históricos de los hombres. En 1593, San Francisco Solano se interpone ante los Diaguitas que querían arrasar, en un malón, la ciudad de La Rioja.
El Alcalde dejaba mucho que desear.  Y el franciscano, atendiendo a su autoridad espiritual, les ofreció a los indígenas, ofendidos justamente, al Niño Dios como el “único alcalde”. 
Entonces el pueblo indígena (los Aillys) se acercó a la ciudad de La Rioja en son de paz. Y el pueblo español, preparado para la defensa  (los alféreces) honró al Niño que se acercaba en hombros de los indígenas, arrodillándose.
Este gesto fue tomado como pedido de perdón por parte de los españoles y trajo la paz a la zona. 
Sabemos que el encuentro de los pueblos es parte de la historia. Sería ilusorio querer evitar los desplazamientos que se han dado en la misma o que se dan hoy. 
Encontramos muchas disquisiciones sobre la justicia en el descubrimiento de América por los pueblos europeos. Es totalmente irrelevante la discusión para afirmar que no debería haber sucedido. Sí la crítica sobre la incoherencia de los cristianos que traicionaban su fe al comerciar con las personas encontradas: esclavitud deportaciones en masa etc. 
Desde que el hombre es hombre viaja, se desplaza, lleva a sus familiares, se une a otros, se pelea.
Lamentablemente en los siglos que el hombre lleva de historia ha habido muchas donde evidentemente gana el más fuerte, y el más débil es sometido y usado al antojo del que domina. Cosa que sigue sucediendo.
Hasta en la revelación bíblica Dios, Yahvé, protege a su pueblo en la conquista de la tierra prometida, que de pacífica no tuvo nada. Es, recién con Cristo, que se va a proponer un encuentro diferente. Y gracias a que esta fe estuvo mezclada con la necedad humana en la conquista de América, es que se ha podido salvar tanto de los pueblos originarios.
Qué pasó en los lugares donde la conquista no tuvo la fe católica como parte? Miremos África, miremos Norteamérica, miremos las colonias de extremo oriente. Aquí hubo abusos. Allí hubo exterminio y esclavitud legal.  Puro comercio.  Insisto en que lo que sucedió en América Latina no tuvo nada de “impecable”. Pero no podemos dejar de reconocer que si hoy celebramos el Tinkunaco es gracias, a que el encuentro entre pueblos aquí,  tenía hombres y mujeres como Francisco Solano que no permitieron que el avasallamiento elimine los pueblos originarios. Además tenemos el ejemplo de las reducciones jesuíticas en el Guayra (sur de Brasil Paraguay Argentina) que marcaron de manera especial de preocupación de muchos (jesuitas y laicos de ese tiempo)  por brindarle la posibilidad de crecer a los indígenas.
Notablemente en la época de Roca, cuando las ideas eran “laicistas” es decir, sin religión, sin fe, se dio el brutal exterminio en la campaña del desierto en el sur de nuestra patria.
Hoy en nuestra querida La Rioja y aquí en Famatina –dice el P. Bradley- no distinguimos indígenas de españoles u otros orígenes. Dato importante ya que en algunas zonas de nuestro país sigue existiendo esa distinción que no es negativa de por sí, sino que hace ver el proceso de integración que se ha dado o no, en una zona determinada.
Es evidente que este proceso ha tenido muchos matices: amores verdaderos entre parejas de orígenes diferentes, hijos no deseados que han ido uniendo sangres,  distintas historias de familias que en encuentros y desencuentros fueron llevando nuestra historia a lo que hoy somos.
El dato relevante es que ante la posibilidad de la reacción justa contra el abuso del alcalde en ese momento, San Francisco Solano encontró otro modo de zanjar las cosas. Y se realizó el “TINKUNAKO”, el encuentro, el “Encontramiento” de los pueblos. La paz se logra cuando el otro no es enemigo sino que aporta, con su particularidad, lo que nos ayuda a que juntos encontremos el modo de ser mejores. Es lo que naturalmente nos regala un hijo: él es una síntesis diferente de mamá y papá que lleva en sí su genes y que ejerciendo su libertad hará crecer lo que ha recibido de ellos.
En su trabajo, el P. Bradley colige, de lo hasta aquí expuesto por el mismo, tres enseñanzas fuertes.

Primera: ante la posibilidad del enfrentamiento entre posturas opuestas, el mas débil ofrece, en Dios, la posibilidad de que el fuerte e injusto, pida perdón y así se restaure la paz.
El Tinkunako es hoy “herencia” y denuncia”.
Herencia de un pueblo que ha querido crecer en paz. Que ha hecho rito ese deseo. Gestos que se repiten en los años, con prolijidad y responsabilidad, para que se mantenga viva la gracia primera: la enseñanza que Dios quiso dar. Rito que es procesión, Tinkunako el 31 de Diciembre a las 12 del mediodía, cantos en quichua por parte de los Aillys, venia de los alféreces, etc.
Denuncia de nuestras violencias de hoy, de nuestras posturas que buscan
Dominar al otro, que buscan eliminar su presencia o influencia.
Esto no es chiste, afirma el P. Bradley. No se juega con Dios y tampoco con los otros. Cristo llamó fariseos a los que realizaban “ritos vacíos”. Para  nosotros -dice el P.Bradley- es un honor y un llamado el que participemos de esto como Aillys o Alféreces. Hay algo profundo en el deseo del corazón.
El momento histórico marcó la gracia de Dios que se nos regala: encuentro de dos pueblos que luchaban por el lugar. Del enfrentamiento se pasa al peregrinar juntos. Se “fundirán” en un nuevo pueblo: el criollo, y el amor será fecundo y se superará las diferencias y se valorará los aportes distintos.
Lo que hacemos hoy no es una repetición. Es un convencimiento en el modo de ser hermanos, y desde allí, encontrarnos con Dios.

Segunda: llamados a peregrinar juntos. Vengamos del origen que sea.
Peregrinar implica andar al ritmo que nos ayuda a todos a llegar. Esto es trabajo, solidaridad  y un objetivo común.
En el origen se llamó Niño Alcalde, que sigue siendo junto con San Nicolás, los protagonistas del Tinkunako en la capital riojana.
En Famatina –tierra desde donde escribe el P. Bradley-  es el Niño Jesús de
Gualco, que con su modo de entrar a la historia del pueblo, también marca su relación con Dios y con nosotros. Y es importante lo que ha he-
cho el Niño: su devoción ha crecido, los agradecimientos llenan su capillita. No ha dejado de reunir a su pueblo y hacerlo peregrinar. Navidad 
en Famatina tiene mucho que ver con la presencia de la imagen del Niño que recorre el pueblo. Todos los ritos que conducen a Dios y a descubrir 
sus sacramentos.


Tercera: Dejar mi andar por buscar el llanto del que sufre y encontrar allí al Niño Dios. Estar dispuestos a que El sea, el que conduce, guía nuestro andar que es “en conjunto”, como pueblo de Dios.
En nuestros tiempos cada día mas crecen las oposiciones. Y parece normal
Que así sea. Se habla en política del rol de ser “oposición”. Quizás estamos entendiendo un poco mal el juego de las diferencias en la realidad social, que es la humana. Ser diferente, pensar diferente, hacer las cosas de modo distinto, no es de por sí ser opuestos, contradictorios: en este caso si está uno, no puede estar el otro. No pueden convivir.
Nos puede ayudar el término COMPLEMENTARIEDAD. Cada uno aporta desde su particularidad. Pertenecer a un partido político, a una creencia o Iglesia, a una familia, a un origen, ser Ailly o Alfer, nos brinda la identidad para poder, desde allí, crecer. Y al encontrarme con el otro, con el diferente, me ofrezco para que juntos y aportando cada uno lo suyo, su modo de ser, podamos recrear al amor y vivamos el gozo de ser humani dad, Hijos del mismo Dios.
Las intenciones de las personas –concluye el P.Bradley- son las que tiñen 
las acciones. Si en mi deseo veo, con el otro, el ámbito para crecer juntos, la iniciativa hará que podamos disfrutar de los puntos comunes, hará que nos respetemos en lo que disentimos.
Pero si en lo íntimo deseo eliminar, destruir, dominar al otro, solo habrá 
guerra: disfrazada en competencias comerciales, electorales, personales, de lograr cargos o de imponer mi modo de pensar, de hacer las cosas.

                                                                                              Lalo Gil Greco

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