EDITORIAL
Buenas
y Santas, decimos nuevamente gracias a Dios. Ya estamos en la tercera entrega
de esta aventura que iniciamos con amigos, casi sin darnos cuenta y que crece
número tras número. Damos gracias a quienes nos leen, a quienes nos reciben y a
quienes nos distribuyen entre sus amigos y conocidos, ya que esa es la misión
que nos planteamos darnos a conocer dando a conocer ideas, proyectos, utopías,
dolores y alegrías.
Es entre todos que nos alimentamos con la divulgación y con los comentarios de lo que en esta idea intentamos transmitir. Por ello es por lo que insistimos en que no duden en hacernos llegar sus iniciativas, actividades, críticas y todo lo que sea de interés para nuestro crecimiento como comunidad de lectores.
Es entre todos que nos alimentamos con la divulgación y con los comentarios de lo que en esta idea intentamos transmitir. Por ello es por lo que insistimos en que no duden en hacernos llegar sus iniciativas, actividades, críticas y todo lo que sea de interés para nuestro crecimiento como comunidad de lectores.
Este
número está signado por algunos sucesos dolorosos que a quienes intentamos
llevar adelante este periódico nos han tocado profundamente. Tres partidas a la
Casa del Padre, cada una con una significación especial serán recordadas en
estas páginas. En primer lugar, Víctor Hugo Rosa, un miembro de La Jungla como
nos bautizara el padre Brida, allá por la lejana época en que estábamos en el
Seminario Mayor de Córdoba. Un hombre de bien que formaba parte de nuestro
grupo. Por él dedicaremos unas palabras. Después la partida del padre Bachi Britez,
cura villero de La Matanza, victima del Covid-19 y que con su ejemplo nos deja
enseñanzas que no intentamos disimular. Por ultimo el accidente que cortó la
vida prolífica del padre Víctor Acha, sacerdote de la arquidiócesis de Córdoba
y que marcó un indiscutible sendero de compromiso social y labor catequética y
que hemos querido se transforme en tema central de esta entrega, ya que su
labor formará parte de extensa historia de nuestra Iglesia local y lo tendrá
como pilar fundante para generaciones futuras.
Así
es como no siempre todas pueden ser buenas noticias. Lo importante es que entre
las lágrimas por los amigos que nos dejan sepamos vislumbrar el futuro de Amor
que queremos construir y que esos amigos sean guías y apoyos para cuando no nos
sintamos tan fuertes. Con ese espíritu queremos presentarles este trabajo y que
la fraternidad y el respeto por el lugar donde vivimos nos sirvan de fundamento
para ser mejores personas.
Buenas
y Santas, que tengan un hermoso día y que el amor nos acompañe en cada tarea
que emprendamos.

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