Por Jorge Gerbaldo
La figura y el legado pastoral de San Romero de
América tiene cada vez mayor actualidad y vigencia en todo el continente.
Muestra de ello es el Diplomado que se dicta en su país natal – El Salvador –
organizado por la Universidad Centro Americana Simeón Cañas. Los participantes
provienen de todos los países de América Latina, cuatro de Argentina. Buenas y
Santas publica ahora el trabajo ordenado por la cátedra: redactar una homilía
como el mismo Mons. Romero lo haría hoy para una de sus misas dominicales. Esta
“homilía” fue elaborada por el Prof. Jorge Gerbaldo, un cordobés que realiza el
cursado.
Hermanos: estamos viviendo en estos meses una pandemia mundial que está cambiando al mundo. Nuestros hábitos deben modificarse para poder cuidarnos de esta enfermedad, pero también debemos exigir el cambio de costumbres de aquellos que nos dirigen para que el mal que contagia sin elegir no afecte a los que más sufren. Esta epidemia que ha ido trasladándose por todo el mundo ha llegado a nuestro país en un contexto complejo en el cual no nos encontramos preparados.
Enfermedad que, como toda injusticia, golpea fuertemente a los que no poseen nada, ni siquiera la dignidad de la salud pública que ha sido devastada en manos de la corrupción de la política que hace sus negociados con las corporaciones de la salud, desatendiendo los hospitales donde nuestro pueblo se atiende, lo cual lleva la desazón del abandono en momentos tan dramáticos.
Hemos conocido dolorosos casos en que el amor ha sido más fuerte que el desprecio de un sistema injusto. Hemos sabido de quienes sacrifican recibir la poca medicación que hay en existencia en los hospitales para que se la apliquen a otros que también lo necesiten, hemos conocido el esfuerzo de los equipos de salud que trabajan sin descanso, mal equipados por aquellos que tienen la responsabilidad de hacerlo, pero que entregan su esfuerzo para salvar vidas, aún a costa de los peligros de contagio que puede llevarse su propia vida. Son los nuevos “buenos samaritanos” que como aquel de la parábola (Lc 10,29-37) no dejan al prójimo desamparado. Actúan solidariamente cuando los responsables de las políticas sanitarias son los nuevos “levitas” que pasan haciéndose a un lado sin importarles la situación de los afectados que sufren en la soledad que genera este virus.
Es por ello hermanos, que desde aquí exijo a los responsables de salud de nuestro país, que no miren para otro lado. Les pido que no usen esta enfermedad para campañas políticas que desgasten las fuerzas y los recursos que tenemos que destinar a luchar por los que están desprotegidos, por los descartables como dice nuestro hermano el Papa Francisco. Los conmino a trabajar en la capacitación de los medios humanos necesarios para enfrentar esta enfermedad y destinar todos los recursos necesarios para la aparatología y las medicaciones necesarias que permitan que todos puedan enfrentar el Covid con la misma dignidad, sin importar si son ricos y poderosos o si son humildes pobladores.
Pidamos el amparo de María para que ello sea posible, pero también no cejemos en la exigencia a los responsables de hacerlo posible.

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