Padre Obispo Pedro Casaldáliga
Habiendo
nacido en España y luego de formarse y ordenarse allí, su vocación misionera lo
lleva al Mato Grosso en donde une su destino al del pueblo que camina por esos
rumbos. En 1968 llega a esas tierras luego de haber trabajado en los barrios
obreros de Barcelona y tres años después lo nombran obispo de Sao Félix de
Araguayá. En esta zona ya era conocido por su amistad con los indios y los
obreros esclavizados que sufrían las penurias impuestas por los hacendados
custodiados por la impiadosa dictadura.
Desde
siempre estuvo unido al dolor de todo el pueblo Latinoamericano. Lloró la
muerte de los Mártires Riojanos con un hermoso poema dedicado a Monseñor
Angelelli, su hermano en el episcopado. Supo controlar la furia que lo llevaba
a emitir una maldición contra el impune asesino de San Oscar Romero de América,
a quien lo unía el pertenecer a la Iglesia del amor y el compromiso ferviente
con los sufrientes. Se le estrujó el corazón con el asesinato de Chico Mendes, el
incansable defensor de la Amazonía. Cada asesinato, cada devastación de un
poblado indígena, cada hermano con hambre o enfermedad era recibido como una
puñalada que horadaba su integridad de humanista y cristiano.
Pero
a cada agravio -que fueron innumerables- supo responder con amor. Su vida
estuvo dedicada a los demás y el amor fue su guía, su alimento diario que
recibía en el austero altar eucarístico de su iglesia. Una vez dijo, pensando
ya en la cercanía de la muerte: “Al final del camino me dirán: ¿Has vivido? ¿Has
amado? Y yo, sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres” Ese era
el Padre Pedro como lo llamaban. Ese hombre que supo amar en su poesía, en su
acción social, en su acción pastoral, en su vida del Evangelio. Sin dudas su
permanente prédica abrió el camino para el gran suceso que fue el Sínodo para
la Amazonía que convocó el Papa Francisco y que recogió las inquietudes y
esperanzas de su amado pueblo. Él mismo lo festejó como una epifanía del amor.
Este
año 2020 es demasiado doloroso para la humanidad. La pandemia del COVID-19 que
estamos transitando nos trae día a día dolor, sufrimiento y muerte en el mundo
entero. El mismo Papa nos llama a rezar diariamente por los afectados por esta
situación. En el caso de Nuestramérica, como les gusta decir al filosofo
Horacio Cerutti Guldberg, a este dolor se sumaron la partida de dos hombres que
signaron el camino del cristianismo en muy pocos meses: Dom Pedro Casaldáliga,
a quien estamos recordando hoy y el Padre Ernesto Cardenal. Ambos poetas, ambos
descubrieron en la poesía el modo de transmitir el amor de aquél que nos amó
hasta la entrega de su vida, para así redimirnos. Una oración por ellos y por
todos los que están sufriendo en estos tiempos en que parece que todo fuera
desolación y por nosotros que necesitamos reconfortar nuestros corazones para
salir adelante.
Jorge Gerbaldo

Hacer conocer a estas personas que entregan la vida por sus creencias más profundas es enriquecedor
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